Esta no será la última pandemia

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Para este momento, ya no es noticia que el COVID-19 ha permeado la mayoría, por no decir todos, los aspectos cotidianos de nuestra sociedad. Esta pandemia ha ocasionado una crisis no solo sanitaria, sino económica y financiera, que está tomando proporciones históricas. Lógicamente, la atención del mundo está centrada en qué hacer ahora y cómo combatir los efectos de este virus, y no tanto en por qué se llegó esta situación. Sin embargo, es importante mirar atrás y poder entender las causas de la pandemia, ya que según la opinión de expertos en la materia esta no es la primera y no será la última crisis de estas características que veremos en nuestras vidas. 

Esta no es la primera y no será la última crisis de estas características que veremos en nuestras vidas.


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En los últimos 20 años, la humanidad se ha enfrentado a cinco amenazas patogénicas importantes: SARS, MERS, Ébola, gripe aviar y gripe porcina (H1N1), además del Coronavirus. Todas estas enfermedades tienen un factor en común: se originan en el mundo animal, y desde allí se transmiten a los humanos. Es decir, su origen se puede encontrar en la frontera entre la biodiversidad y la actividad humana. Incluso podría decirse que la raíz de este problema y su solución se encuentran en un mismo punto: nuestra relación con la biodiversidad.

Es claro que las epidemias no son algo nuevo, sin embargo, se han vuelto más frecuentes que nunca antes en la historia, y su naturaleza ha cambiado. Según la revista científica Nature, se estima que, de las enfermedades emergentes infecciosas que surgieron entre 1940 y 2008, un 60% de ellas han sido zoonóticas, es decir, que se transmiten entre animales y humanos. El COVID es un ejemplo perfecto de esto: es una enfermedad que se origina primariamente en los murciélagos, quienes no se ven afectados por ella, pero quienes la propagan a animales de otras especies, incluyendo a los humanos. Se ha identificado que este fenómeno de transmisión de enfermedades entre especies ha visto su reciente incremento por algunos factores que están conectados a la injerencia de la actividad humana en los ecosistemas de nuestro planeta:

1. Degradación y disturbio de los ecosistemas: 

Con el aumento exponencial de la deforestación y destrucción de los hábitats naturales de la biodiversidad del planeta, aumentan también los encuentros entre animales y humanos. La pérdida del hábitat obliga a los animales a trasladarse y mezclarse con personas en zonas donde nunca había habido presencia humana, cosa que a su vez incrementa las posibilidades de transmisión de enfermedades.

2. Comercio y mercado de mascotas y la ganadería industrial

Las prácticas habituales de estas actividades comerciales son la incubadora perfecta para que epidemias zoonóticas se desarrollen. En particular, la cría selectiva de animales para su venta o explotación ha creado individuos que tienen características muy lejanas a lo que sería equivalente si se hubieran criado naturalmente. Esto causa que sean muy poco resistentes a las enfermedades transmitidas de especie a especie, y que sean más propensos a propagarlas.


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3. Cambio climático

El cambio climático es un factor que promueve la propagación de este tipo de enfermedades, ya que los animales (y en especial los animales que transmiten estas enfermedades, como los mosquitos y las aves) deben trasladar su hábitat a uno que les sea adecuado. Este fenómeno se puede ver claramente con el virus del Nilo Occidental y con el Dengue: dos enfermedades que son transmitidas por animales y que ahora están apareciendo en lugares del mundo donde anteriormente no existían (las dos enfermedades se han encontrado al sur de Europa, donde nunca antes se habían visto). Por otro lado, la aceleración del deshielo del permafrost nos pone en riesgo de exponernos a virus a los que no hemos estado expuestos durante miles de años, y contra los que no tenemos ningún tipo de defensas ni inmunidad. Según el National Academy of Science, se encontraron en el permafrost de Siberia dos tipos de virus gigantes en el 2013 y 2014, que fácilmente pudieron ser revividos. Un descubrimiento muy preocupante en el contexto del calentamiento global. 

Las soluciones a este problema, según el blog ID4D (coordinado por la Agencia Francesa de Desarrollo) deben estar enfocadas en dos aspectos principales. Primero, la interacción humana con la vida silvestre. Debemos regular la protección de áreas naturales, la caza ilegal, y desarrollar una nueva manera de organizar mercados de comida para limitar el contacto directo de animales salvajes y domésticos con humanos. El segundo enfoque debe ser el manejo de la ganadería industrial. La ganadería intensiva de cerdos y aves es, sin duda alguna, un caldo de cultivo de enfermedades zoonóticas, y posiblemente, de futuras pandemias. Una posible solución a este problema es la ganadería a pequeña escala, con rebaños de un tamaño reducido, densidad animal razonable, y con una significativa diversidad genética. Todos estos factores pueden promover la resistencia del rebaño a patógenos, y en el caso de infección, una facilidad mayor para contenerlos sin que se infecten miles de animales.  

Como hemos visto, las causas de la pandemia están directamente relacionadas con nuestro manejo del medio ambiente. Ya no son suficientes los esfuerzos y objetivos a plazos tan largos que tienen los gobiernos con respecto al medio ambiente, es necesario tomar acción desde ya para poder manejar de mejor manera e incluso evitar del todo las pandemias que se nos avecinan; y de paso salvar el planeta. 


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