Yanda Montahuano Ushigua a menudo se despierta a las 3:30 de la mañana para beber Guayusa y hablar de sus sueños.
«Tuve sueños, visiones de los ancianos, en los que me daban lanzas y me pedían que las lanzara al mundo. Y así las lanzaba, y las lanzas volaban como luces al bosque y por todos lados. Y cuando empecé a hacer radio empecé a reunir una audiencia. Mucha gente me escuchaba a mí y a mi programa en Puyo, porque mi programa era único, chistoso, nuevo y escuchando no a un locutor profesional con una voz seductora, sino un muchacho contando una historia del primer hombre Sápara, y de cómo los Sáparas llegaron a cada una de las tierras.»
Aunque Yanda comparte a menudo sus sueños, también los persigue.
«Mis sueños me empujaron a explorar el cine. Conocí a un alemán que me invitó a participar en un documental, así que ayudé un poco y me gustó hacerlo. Hicimos varios viajes por la cuenca del Amazonas a través del río Pastaza. Viajamos a Brasil a través de los ríos, conociendo las culturas, sus formas de vida. Y durante los viajes, siempre llevaba tabaco conmigo, y mientras viajábamos fumaba y pensaba en mi familia. Pensaba en cómo quería aportar algo de nuestro conocimiento».
El padre de Yanda es kichwa y su madre Sápara.
«Un día, estaba en la selva aquí en Sapara, montado en una canoa, y vi a un hombre a la sombra. El sol brillaba mucho y él empujaba y dirigía la canoa. Y vi su sombra en el río, y la sombra del tawna».
Tawna es una palabra en Kichwa que se refiere al palo que se utiliza para mover una canoa, como un remo.
«Y así ví al hombre a la sombra en el río. Su sombra navegando con la tawna, dirigiendo la canoa con la tawna. Y fue entonces cuando se me ocurrió, digo, debemos contar una historia desde nosotros mismos, tenemos que empezar a empoderarnos. Y vi ese palo, que dirige la canoa para llegar a nuestro destino y dije, este palo debe transformarse para empezar a dirigir las miradas. ¿Y qué es lo que va a dirigir las miradas? Una cámara».
Con su hermana Sani Montahuano Ushiua -junto a Miguel Imbaquingo, Lucía Villaruel y Boloh Miranda Izquierdo-, Yanda fundó la organización cinematográfica multicultural Tawna.
«Se me ocurrió, en esa sombra, en ese sueño se conectó la idea de fundar Tawna. Primero hice un documental con la ayuda de unos amigos, y eso me ayudó a explorar un poco más… Conocí a otro cineasta indígena de Ortavalo. Él me ayudó a rodar el documental llamado ‘Píatua Resiste’. Y así fue como empezó a formarse el equipo. Éramos ocho en total. Mi hermana también se unió a nosotros en ese proceso de búsqueda del equipo que se convertiría en Tawna, el equipo de rodaje, el equipo que nos ayuda a desarrollar los proyectos, a guionizar los sueños que teníamos.
«En 2021, nace Tawna en el corazón de la selva. Tawna tiene tierras, tiene una lengua, un idioma, tiene guardianes de la selva, tiene una visión. Y esa guía, el Tawna, que somos nosotros, intentamos que nuestro trabajo tenga una visión de construcción, que nuestras películas ayuden a construir algo, que a través de nuestras películas la gente aprenda a amar la selva, porque está desapareciendo rápidamente y queda muy poco».
Cada vez más, Tawna es guiada por Sani, la hermana de Yanda, que estaba sentada frente a su hermano cuando los conocí en las tierras de su familia, cerca de Puyo, en Ecuador.
«La visión de Tawna es contar nuestras historias desde dentro, desde nuestro punto de vista, el punto de vista indígena, y también desde un punto de vista joven. Dicen que somos la generación futura, y somos nosotros los que tenemos que dejar nuestras huellas para los niños que vienen. Contamos las historias que nos contaron nuestros abuelos, nuestras madres. Como Tawna, también damos apoyo a las luchas de nuestros pueblos, a todo lo que está pasando en la Amazonía».
En poco tiempo, Tawna ya ha producido las películas «Shun», «Tuku», «Tsitsanu» y el documental «Allpamanda», que fue completado recientemente. Están a punto de empezar a rodar un nuevo documental titulado «Uyaua Escúchame».
«A través de Tawna… tenemos que decirle al mundo que la Amazonía está desapareciendo. Tenemos que ser conscientes de nosotros mismos, tenemos que plantar, construir, tener algo para nuestros hijos, nuestros niños, nuestros sobrinos, niños que no han nacido todavía, para que tengan algo que plantar, algo que respirar, algo que cuidar en esta tierra. Sin esta tierra, sin plantar nada… Si lo destruimos todo, ¿dónde vivirán nuestros hijos? ¿En qué árbol jugarán? ¿Qué fruta van a comer? ¿Con qué achiote se van a pintar? Entonces, nosotros, a través de Tawna, tenemos que hacer visibles estas historias, historias como la historia del achiote, la historia que hay detrás del río, las historias de la lucha de nuestros abuelos y de cómo defendieron nuestras tierras, nuestros hogares y también nuestros espíritus. Sin el equilibrio de los espíritus de los animales, no estaríamos aquí.
«Somos las voces y los ojos de la selva. Si no soñamos por ellos, no crearán nuevos seres para nosotros, porque cada día en la selva nacen nuevos seres para protegernos, para ayudar a mantener el equilibrio de la Tierra. Así que como Tawna hemos venido a compartir nuestras historias desde nuestra perspectiva, desde la perspectiva del Amazonas, desde la perspectiva de la selva».
Cuando Sani compartió estas palabras, Yanda se animó a compartir más.
«Tawna tiene territorio, tiene lengua, tiene historia, tiene una naturaleza más allá de ser un colectivo. Hay una generación detrás de nosotros, hay una generación en la historia que también se está extinguiendo, como mi cultura Sápara, ya que quedan muy pocos sáparas. Hoy en día nos hemos empoderado con la tecnología, pero ese trabajo ha sido colectivo… Estamos construyendo desde un espacio de diversidad para mostrarle al mundo que si combinamos sueños, combinamos colores, podemos salir adelante, ya que en este sistema estamos muy muy muy oprimidos, desde las petroleras, las mineras, las hidroeléctricas y las carreteras que están tratando de meterse en el corazón de la selva. Pero aquí estamos, con nuestras voces y con nuestras familias. Este es el sueño de Itia y Tawna. Es un sueño desde dentro de la selva, desde aquí, para el mundo.”
Itia se refiere a Itia Mamá Minga, un proyecto en el que están inmersos Yanda, Sani, y su hermana Mukutsawa. Fue desde Itia donde compartimos estas historias. Mukutsawa estaba sentada junto a Sani, y nos habló de la visión que hay detrás de este proyecto.
Junto con mis hermanos, nos unimos para plantar este sueño que nos dejó mi madre. Un sueño que hemos estado construyendo poco a poco, desde cero. Este lugar, Itia, que en nuestra lengua Sápara significa casa, es un lugar donde cualquier persona de cualquier lugar del mundo puede llegar y sentirse como en casa. Aquí compartimos todo lo que mi madre nos enseñó: cómo identificar las plantas, cómo se usan, la fruta que crece aquí, y a plantar todo eso y a hacer una selva aquí, a traer la selva aquí al lado del (río) Pastaza».
Su madre tenía una visión para la tierra donde se encuentra Itia Mamá Minga. Por desgracia, falleció antes de poder ver materializado su sueño, así que Yanda, Sani y Mukutsawa dedicaron sus vidas a honrar a su madre y a su visión. Yanda nos compartió esta visión.
«Itia significa casa, Mamá es mi madre, y Minga significa trabajo colectivo para un fin colectivo, porque siempre hacemos Minga para construir una casa, para recoger leña, para traer semillas y plantarlas, siempre hemos venido practicando la minga de trabajo colectivo. Este trabajo se ha venido realizando desde hace muchísimo tiempo, y es lo que practicamos hasta hoy en día. Mi madre ya no está con nosotros, es un recuerdo y lo bonito es que nos dejó conocimientos. Saber escoger qué planta consumir, qué planta sirve para soñar, para curar, y eso lo hacemos aquí.
«En este momento estamos en las riberas del río Pastaza. Estamos muy cerca de la ciudad del Puyo… Aquí en este espacio, en esta finca, tenemos más de 40 hectáreas donde estamos construyendo un espacio de vida cerca de la ciudad, para que la gente de la ciudad pueda venir a conocer este espacio, aprendan a compartir, a tomar Guayusa y a tomar Chirikaspi, caminar por el Pastaza y respirar. Es un espacio como un vivero, donde nosotros, esta generación, la nueva generación, queremos cuidar la tierra. No queremos vender nada, queremos mantener este bosque, que es una isla. En esta isla queremos mantener el hábitat intacto aquí, plantando y también reforestando. Itia nos permite crear más cosas… Porque si no tenemos este espacio, si no lo cuidamos, si no lo construimos… Bueno, nuestros vecinos ya han talado todos los bosques, lo han matado todo, no tienen selva».
Sani contextualizó la visión de Itia Mamá Minga hablando de la comunidad en general.
«Nosotros, el pueblo Sápara, estamos ahora en peligro de extinción. Somos menos de 500 personas, nuestro idioma está desapareciendo. Estamos ubicados en Pastaza, y tenemos 23 comunidades… La gente practica el idioma para que no desaparezca. A través del canto, a algunos les gusta escribir. Mi hermana menor escribe, está practicando nuestra lengua escribiendo poesía.
«Nosotros, los Sáparas, venimos de un mono, el mono colorado, el mono aullador. En el mes de mayo, cuando es la época del mono colorado, nos transformamos, nos pintamos el pelo de rojo. Cuenta nuestra leyenda que hubo una vez un mono que bajó al río Conambo a beber agua, y se convirtió en hombre. Y lo mismo hizo otro mono, y se convirtió en mujer. Y de la unión de esta pareja nació el primer hombre Sápara, Tsitsanu. Entonces él recorrió la selva y se llenó de sabiduría. Cuando regresó a casa, se conviertió en un hombre muy poderoso. Y de ahí venimos nosotros, los Sáparas, venimos acá. Somos una cultura que sueña, tenemos grandes soñadores. Soñamos para poder seguir adelante. Soñamos para vivir, y vivimos para soñar también. Entonces hoy estamos en peligro de extinción, y no queremos desaparecer. Por eso contamos nuestras historias y queremos que la gente venga a conocernos. Seguimos construyendo para que no puedan venir a destruirnos».
Estas palabras entusiasmaron a Yanda.
«Hemos estado soñando. Mientras dormimos, viajamos, miramos imágenes, nos conectamos con los espíritus, nuestros antepasados nos dan mensajes, hablamos con nuestra mamá que no está con nosotros en el sentido físico. Yo siempre digo que el cine y los sueños deben vincularse, deben conectarse para poder contar una historia profunda, sobre nosotros, sobre espíritus que hablan. Y nosotros somos sus voces, las voces de las plantas, de los ríos, de nuestros antepasados, de las generaciones. Y a través de Itia queremos dejar este legado, desde la juventud. Creando, construyendo y soñando, y todo eso lo estamos haciendo a través de Tawna e Itia, desde nuestro espacio, donde estamos soñando con nuevos proyectos. Poco a poco vamos avanzando, pero aportando conocimiento al mundo».
Mukutsawa reafirmó las palabras de su hermano.
«Lo que más me inspira de todo lo que hemos ido construyendo con mis hermanos, es que todos, todos, llevamos un pedazo de selva en nuestro corazón. Y somos más conscientes de todo lo que hacemos, de todo lo que consumimos. Somos conscientes de que no somos el centro de este universo, al contrario, somos el complemento de todo, de toda la Pacha Mama, de toda esta selva hermosa que tenemos aquí. Y yo creo que si seguimos este sueño, todos vamos a tener la selva viva dentro de nuestros corazones, estaremos más conectados con nuestras raíces, sabremos quiénes somos y hacia dónde nos lleva nuestro camino, y la selva estará en todas partes.»
Hacia el final de nuestra conversación, pregunté cómo puede la gente apoyar el trabajo que están haciendo. Sani respondió.
«Bueno, como te decía, nos dicen que somos las futuras generaciones, estamos aquí por los niños que vienen… A mí se me llena el corazón de energía para seguir construyendo más cosas para los jóvenes que vienen, porque estamos aquí viviendo gracias a nuestros padres en estos territorios, pero seguimos siendo amenazados por las empresas petroleras.
«Nosotros, como Tawna, buscamos apoyo, porque somos una fundación sin ánimo de lucro. Queremos apoyo para nuestros futuros proyectos, y también para equipos, si vamos a grabar en el territorio. Como dijo mi hermano Yanda, Tawna tiene su propio territorio, tenemos un escenario, un escenario donde podemos grabar. Toda esta selva es el escenario de Tawna, donde filmamos…
«La tecnología puede destruirnos o, como hemos hecho nosotros con ella, puede ayudarnos a construir para las generaciones futuras y para nosotros mismos. Porque vamos a envejecer, y yo quiero envejecer comiendo frutas del árbol que yo planté. Y por eso Tawna también tiene una escuelita de cine, en la que podemos construir nuevos soñadores. Hay muchos tipos de soñadores: músicos, pintores, camarógrafos, fotógrafos, cuentacuentos, artesanos, ceramistas, confeccionistas… Así que somos nosotros quienes ayudamos a los jóvenes a cumplir sus sueños, y a sacar ese conocimiento que llevan dentro, con esta tecnología, que es una herramienta muy importante para dar visibilidad a las luchas de nuestros pueblos…
“Así que esa es la visión de Tawna para el futuro, seguir construyendo nuevos soñadores y seguir contando historias y seguir acompañando las luchas de nuestros pueblos. Porque se viene ahora una lucha muy grande, porque las empresas petroleras están entrando con más fuerza, las empresas madereras, las mineras, y también las carreteras están entrando con mucha fuerza. Si las carreteras logran entrar en nuestras comunidades, ya no habrá comunidades. Habrá destrucción y habrá saqueo. Y por eso, como Tawna, hacemos ese acompañamiento para que el mundo vea que nos están destruyendo, están matando nuestra casa, nuestro hogar».
Y si su hogar es destruido, nuestro hogar colectivo será destruido con él.
Anton Rivette es un escritor y fotógrafo. Dirige el área de storytelling de eco-nnect.
Este artículo fue traducido por Sarah Camhi. Hace parte del equipo de eco-nnect desde el 2020.