Un juicio sin precedentes tuvo lugar en México la semana del 24 de enero de este año.
El 9 de marzo de 2022, el acusado, José Campos, fue detenido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México por agentes de aduana y por miembros de la Marina. Campos, una persona perteneciente a la comunidad Shipibo-Konibo, ingresó al país desde el Amazonas, en Perú, cargando ayahuasca. El día anterior, un miembro de la comunidad Murui-Huitoto, de Colombia, fue arrestado en el mismo aeropuerto. Un miembro de la tribu Katukina, de Brasil, fue arrestado en junio, y en septiembre, una persona perteneciente a la comunidad Quechua-Asháninka fue detenida. Otras cuatro personas no indígenas fueron arrestadas por traer ayahuasca a México a lo largo del 2022, y, a causa del sistema de detención preventiva informal que rige sobre las “drogas” que entran al país, estas ocho personas permanecen en prisión con la amenaza de que les recaiga una sentencia de ocho a veinticinco años de cárcel.
La regulación del tráfico de drogas en México está basada en la Convención de Sustancias Sicotrópicas de la ONU, firmada en 1971. El ingrediente activo de la ayahuasca, dimetiltriptamina (DMT) está dentro de la lista I de sustancias del Convenio, aunque ninguna planta o productos vegetales están incluidos en las listas. Entonces, si los Estados parte del Convenio quisieran prohibir el tráfico o consumo de una planta, tendrían que aprobar nuevas leyes, cosa que México no ha hecho en relación con la ayahuasca.
Estos arrestos reflejan la falta de conciencia en el manejo de las medicinas ancestrales indígenas en México, que viene desde el Edicto de Fe de la Santa Inquisición de 1620, en el que expresamente se le prohibía a las comunidades indígenas el uso medicinal y religioso del peyote y de los hongos. Otros gobiernos latinoamericanos han evolucionado en su manejo de la medicina indígena: en Perú, la ayahuasca es considerada como patrimonio cultural de la nación; en Colombia está protegida por la Constitución a través de disposiciones que protegen los derechos de las comunidades indígenas; y, en Brasil, su uso para fines religiosos está permitido y protegido.
Los arrestos y el juicio resaltan el creciente interés en las medicinas indígenas ancestrales, que ha fomentado, en primer lugar, la popularidad de “ceremonias” privadas que giran alrededor de estas medicinas, dirigidas principalmente a públicos occidentales, y en segundo lugar, nuevas conversaciones acerca del uso de estas plantas en el sistema de la medicina tradicional occidental. Estos intereses normalmente ignoran o subestiman la cultura indígena, que, a través del tiempo, ha cultivado estas plantas y las ha empleado para sus costumbres culturales y medicinales. Y, aunque la ayahuasca no es usada tradicionalmente por las culturas indígenas mexicanas, este juicio va a determinar si el sistema legal en México está listo para evolucionar en su visión en cuanto a las medicinas ancestrales, y empezar a respetar los rituales culturales de las personas indígenas. México goza de una variedad de plantas con propiedades psicoactivas, y, con el aumento de evidencia científica documentando sus beneficios, la revisión de las políticas que las categorizan como sustancias nocivas para la salud pública se ha vuelto un paso necesario.
Estos arrestos comenzaron a producirse cuando el personal de la Marina de México tomó el control de las aduanas en algunos aeropuertos, por lo que algunos curanderos indígenas se vieron desafortunadamente involucrados en la lucha del gobierno mexicano en contra del tráfico de drogas. Un equipo interdisciplinario dedicado a la defensa legal de la ayahuasca y otras plantas ancestrales en México ha tomado medidas importantes dentro del marco de una estrategia a largo plazo que tiene como objetivo aclarar el estatus legal de las medicinas ancestrales indígenas en el país. Esta estrategia incluye la modificación de los artículos 240 y 245 de la Ley General de Salud, con la finalidad de una reclasificación de estas medicinas.
El movimiento a favor de esta iniciativa ha inspirado a un grupo de líderes indígenas, profesionales de la salud, científicos, y expertos en política y derechos humanos a reunirse en la Ciudad de México para el primer Foro Intercultural de Medicina Enteógena, que se celebró en el Senado de la República el 24 y 25 de enero. La intención del Foro es conectar las perspectivas científicas, antropológicas, legales e indígenas, para crear un entendimiento común de la importancia de establecer nuevas leyes y acuerdos que respeten la preservación del conocimiento y prácticas en torno a las medicinas ancestrales. El Foro intencionalmente coincidió con el juicio en contra de José Campos, en lo que se convirtió en una semana trascendental para el Estado Mexicano.
Anton Rivette es un escritor y fotógrafo. Dirige el área de storytelling de eco-nnect. Este artículo fue escrito con el apoyo de Ivan Sawyer García, productor, comunicador, diseñador de proyectos colaborativos, activista medioambiental y fundador de Voices of Amerikua.
Este artículo fue traducido por Sarah Camhi. Hace parte del equipo de eco-nnect desde el 2020.